Sigue la pandemia y seguimos observando la educación emergente. Los maestros deben seguir con sus responsabilidades, saber cómo están sus estudiantes. Lo que es cierto es que un porcentaje grande está cumpliendo con sus responsabilidades. Esta coyuntura es importante para transformar la educación. El fin de la educación virtual debe ser el pensar, convivir y leer. Hoy en día el problema sigue siendo la falla en el sistema de formación de algunos maestros y el colapso del sistema educativo. El reto es convertir esta dificultad en una gran oportunidad.
Sigamos escuchando el “clamor” de las familias. En Ecuador el 38,1% de ecuatorianos vive en la pobreza con múltiples carencias. Según la Unesco se calcula que 1.600 millones de estudiantes de 188 países no tienen clases presenciales. Es decir, el 91,3% de los alumnos a nivel global está afectado. Este impacto sin lugar a dudas tiene repercusiones en la ciencia, la economía, la educación. Frente a esta realidad ¿Cómo se va a afrontar la situación educativa?
La educación virtual no es presencial, esto es insustituible, sobre todo en educación básica, se debe evaluar cómo están los niños que han retomado las clases presenciales. Educar no es transmitir datos, sino formar mejores ciudadanos. No tenemos un lineamiento curricular esencial. Es lamentable como en algunas instituciones no se ha autorizado trabajar con un currículo diferente considerando la realidad por la que atravesamos. Hubieran bastado cuatro asignaturas.
Hay que desaprender en términos generales. La educación media, no ha sido una prioridad del estado, del gobierno, más allá de la escasa infraestructura construida. Necesitamos aprender y desaprender. Todos tenemos responsabilidad. Debemos no solo criticar, sino construir.
Cambio y fuera