Desde el sentido común

La psicología señala al sentido común como la capacidad de discernimiento que tiene o debería tener toda persona, gracias a esta habilidad, uno puede tomar decisiones coherentes basadas en la lógica y la razón.

Pero a veces el sentido común no es potestad de todos, incluso podemos hacer mal uso de él, adicionalmente añadiría, que no todas las personas disciernen sobre lo más acertado en cada situación y  esto  puede complicar los códigos de convivencia y el bienestar de todos.

Actualmente, existe una marcada tendencia en nuestra sociedad a hacer uso de la violencia como alternativa de reivindicaciones pendientes de algunos grupos sociales. Octubre es sin dudarlo, el mes de la violencia, en vario países latinoamericanos incluido el Ecuador se festejaron los actos violentos de octubre del año pasado, con más violencia.

Pintarrajear monumentos, tumbarlos, o incendiar iglesias como en el caso  Chileno, al parecer es la nueva moda en Latinoamérica, actos sin sentido que ahora son comunes, por eso  Voltaire decía, que el sentido común era el menos común de los sentidos.

La falta de sentido común impide a personas que han sido dotadas de “inteligencia” puedan comprender su entorno, que puedan entender el mundo y comportarse en forma razonable ante situaciones inesperadas o estresantes, y lo peor de todo es que esta falta de sentido común puede ser desastrosa en ciertas situaciones críticas como una pandemia, o frente a un proceso electoral se me ocurre.

Nuestros maestros, padres y amigos muchas veces nos conminan a usar el sentido común, que para eso lo tenemos, para discernir lo que nos conviene hacer de lo que nos podría destruir, no obstante en sociedades como las nuestras es doloroso ver que no aprendemos de las experiencias pasadas, dejando al sentido común en segundo plano y dejando que  nuestros rencores,  nuestros complejos y  nuestras envidias generen emociones protervas que guían la toma de decisiones claves para nuestro país.