Dos posturas que han dividido durante muchos años a la población ecuatoriana. Los correistas, según su discurso, buscan mantener vigente el espíritu de la autoproclamada revolución impulsada por Rafael Correa, mientras que los anticorreistas hacen lo posible por revertir la dirección marcada por el gobierno de, nuevamente, Rafael Correa y evitar su regreso.
El eje correísmo-anticorreismo es un eje particularmente emocional, por no decir visceral, que tiene poca o nada capacidad explicativa en términos prácticos. Entonces, no nos sirve de brújula para poder ubicarnos en un plano izquierda-derecha, mucho menos para saber las verdaderas necesidades del pueblo.
Es momento de decir basta.
Los grandes ganadores de la disputa correista y anticorreista, terminan siendo los grupos económicos de poder que se encuentran inmersos en la política nacional. En cambio, los grandes perdedores son la calidad democrática, y por supuesto el pueblo ecuatoriano. Es hora de preguntarnos seriamente: ¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando la disyuntiva correístas-anticorreistas? ¿Somos un país tan ingenuo como piensan los verdaderos grupos de poder económico/político nacional? ¿Cuándo se agote este discurso dualista de correísmo y anticorreismo, que nos deparará el futuro? Mientras no se supere la nociva polarización política que hay en Ecuador, poco o nada se podrá hacer para que el país resurja del abismo.
Santiago Medina
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