Según la UNESCO a mediados de mayo 2020, 37 países y territorios de América Latina y el Caribe cerraron sus escuelas a nivel nacional, 160 millones de estudiantes en todos los niveles desde entonces se encuentran en sus hogares como una de las medidas para detener la propagación del virus. Según Cepal, la interrupción de las actividades en los centros educativos tendrá graves efectos en el aprendizaje a corto y mediano plazo, especialmente con los grupos más vulnerables. Otro factor importante por analizar y que va más allá de la educación, es que en muchos centros educativos proporcionan seguridad alimentaria y cuidado a los niños. Según estimaciones de FAO/PMA a 2019 alrededor de 85 millones de niños y niñas de la región recibieron un desayuno, refrigerio o almuerzo en la escuela.
En la región, el escaso acceso a dispositivos digitales o internet de banda ancha para la continuidad de los programas educativos se puede considerar como otro espacio para la desigualdad social tanto en las poblaciones urbanas y acentuándose en la ruralidad, además, muchas instituciones no cuentan con la infraestructura necesaria, habilidades para la enseñanza en materia de TIC para los maestros, así como metodologías de aprendizaje a distancia mediante la utilización de recursos educativos y TIC.
Repensar la educación en general desde los estados y actores de la sociedad civil debe apuntar a impulsar transformaciones tecnológicas y metodológicas relevantes para garantizar un aprendizaje pertinente y de calidad, enfocadas en la nueva realidad y las poblaciones más vulnerables.