A propósito de valores

Cualquier ser humano para serlo plenamente, primero debe ser libre y aspirar a la igualdad, luego honesto, justo, respetuoso, trabajador, solidario, responsable, perseverante, leal, bondadoso y prudente. Valores éticos y morales para compartir el mundo y la vida, que es inconmensurable.

Ahora bien, en un país con una crisis sin precedentes, en una república fatigada, sin sentido de futuro y de paso asqueada por la política que hoy ha poblado de binomios que aspiran a Carondelet y otros tantos a la Asamblea Nacional en una democracia tan frágil, resulta difícil compartir valores, porque los valores no sobreviven donde hay crisis política, ética, moral, social, que hoy se ha vuelto “normal” en este país que se cae a pedazos y busca apuntalarse en la buena gente, que por suerte todavía la hay.

A propósito, escuché a un candidato a asambleísta por Loja referirse al honor, al privilegio de ocupar una curul legislativa con dignidad, como premisa para cambiar la imagen de la Asamblea Nacional “y no entregarse a la inmoralidad”. Señaló que es hora de involucrarnos todos para renovar, para dar un paso adelante y no volver a meter el pie en la charca, en el mismo bache, que nos ha llevado al descalabro en el que estamos. Hizo un llamado para con cabeza fría analizar a quienes tenemos que elegir cuando hay candidatos que andan más perdidos “que calzón en luna de miel” y hablan con una “ortografía” de escándalo, lo que dificulta conocer sus propósitos de construir un país mejor, con honestidad y solidaridad.

Sí, honestidad y solidaridad que en la escala de valores ocupan un sitial trascendente para el género humano. Honorabilidad y aseo moral del político que nos ofrece todo, hasta hacernos saltar como piojo de alegría.