200 años después…

El día de mañana Loja conmemora el bicentenario de su independencia. Será motivo, y con sobrada razón, para recordar los nombres de Ramón Pinto, José Picoita, Nicolás García, José Gabriel Peña y de todo un pueblo llano que se sumó a esa corriente libertaria que llevó a poner fin al colonialismo, refrendado posteriormente el 24 de mayo de 1822 con la épica Batalla de Pichincha.

Son 200 años de una fecha especial en que Loja hizo escuchar su voz rebelde, su grito emancipador, lo que contribuyó al rompimiento definitivo a esas amarras que lo ataban al yugo español, lo que posibilitó en 1830 el nacimiento de República del Ecuador.

Este bicentenario, sin duda, debe servir para celebrar este hecho histórico, pero también para reflexionar en los logros alcanzados y los múltiples desafíos que aún Loja tiene en la hora presente.

Y quizá uno de los mayores problemas que ha impedido su crecimiento y desarrollo es el centralismo representado en Quito, Guayaquil y Cuenca, lo que ha propiciado el surgimiento de provincias satélites que giran en torno a un núcleo concentrador que, actuando como agujero negro, lo absorbe casi todo, especialmente las rentas, apoyados en una burocracia que juega a ser Dios, decidiendo detrás de un escritorio, la suerte de aquellos pueblos que no forman parte de esa estructura tricéfala.

Lamentablemente, en materia de descentralización no se ha avanzado lo suficiente y Loja (como muchas otras ciudades), debido al accionar timorato de sus autoridades y representantes, sigue mendigando presupuestos y obras a un nivel central miope e insensible.

Ya en 1859, con el Gobierno Federal de Loja, se encendieron luces de esperanza…